BiblioRedes Panguipulli Presenta el libro destacado de la semana: "Una pérdida razonable" de Anne Perry

 

Ambientado en los muelles de Londres, esta decimoséptima entrega de la serie dedicada a Monk teje una inolvidable historia de inocencia y maldad. Para el carismático inspector, la aparición de un misterioso cadáver, estrangulado con una lujosa corbata, es la excusa perfecta para investigar los entresijos de la corrupción y la explotación infantil que se esconden tras la fachada de los más respetables círculos londinenses. Nada ni nadie quedará a salvo.

Una pérdida razonable es  protagonizada por el inspector William Monk y que transcurre en la época victoriana.

Aunque generalmente los autores tienden a escribir historias que tienen cierta independencia argumentativa pese a ser una serie o saga, con Una pérdida razonable sería conveniente haberse leído antes los dos libros anteriores. Hablamos de “Asesino en la oscuridad”, “Falsa inocencia” porque en ellos se desarrolla una trama que abarca las últimas novelas y que tiene visos de continuar en próximas entregas. Eso no impide leer este libro, pero no sabremos entenderlo en toda su complejidad.

Al igual que con otras novelas comenzamos con un asesinato que William Monk como jefe del la Policía Fluvial de la zona debía investigar. El fallecido es Mickey Partiff un maleante astuto que se  traía unos cuantos negocios sucios en un barco río arriba. Monk con el sargento Omer investigan un poco y descubre que el fallecido tenía un lucrativo negocio de pornografía infantil con niños muy jóvenes. Esto vuelve a desatar una tormenta de sentimientos no solo en nuestro protagonista, sino también en su mujer Hester y en el joven Scuff que no ha sido todavía capaz de sobreponerse al horror que tuvo que vivir. Es el momento de poner fin al negocio, de dar con el jefe de todo el asunto, llevarlo ante la justicia y verlo colgado de una horca si así lo dictamina la ley.

Todo esto parece fácil, y en cierta manera lo es porque están seguros de que el culpable de este lucrativo negocio es el honorable señor Arthur Ballinger, padre de Margaret, que a su vez es la mujer de lord Oliver Rathbone, uno de los mejores amigos de nuestros protagonistas y acérrimo de defensor de la justicia. Además Margaret es una gran colaboradora del hospital para mujeres descarriadas en el que Hester trabaja, siendo también una gran amiga. ¿Cómo puedes conciliar tus ansias de justicia, tu deseo de con la verdad, con el dolor que supone conocer lo que se esconde detrás?

Después de escribir tantas novelas, recordad que ésta es la decimoséptima de la saga, se nota muchísimo que su autora, Anne Perry, está cómoda con los personajes principales. Se aprecia en ellos una evolución en su modo de pensar, pues se han ido amoldando a las circunstancias de la vida y a los problemas a los que se han tenido que enfrentar, unos muy cotidianos como la falta de dinero, y otros más peligrosos, como perseguir asesinos.

Ahora Monk y Hester están bien asentados, en una hermosa casa, con buenos trabajos y con un niño de la calle, Scuff que está viviendo con ellos. Forman una gran familia.  Pero no dejan de pensar en cómo ha terminado todo el caso de Jericho Phillips. Pero no son los únicos, también Oliver Rathbone intenta soportar lo mejor que puede las dudas que tiene sobre la participación de su suegro en el negocio de la pornografía infantil.

Esto permite que la novela sea coral, que se abra a diferentes frentes. Por una parte está Monk intentado no mirar a otro lado y descubrir quién asesinó a Parfiff. Por otro está Hester que desea también descubrir la verdad, no sólo porque así ayudaría a que desaparecieran las pesadillas de Scuff sino porque siente que es necesario conocer que hay detrás de todo para que no se vuelva a repetir. Sentimiento que comparten todos.

Oliver sin duda es el que lo tiene mucho más complicado. Le encantaría ver colgado al responsable de tanto sufrimiento pero que este sea su suegro supone que medio mundo se tambalee a sus pies. ¿Cómo enfrentar su visión de la justicia con el deber que debe tener cara su mujer y su familia política? Su mujer Margaret no ayuda mucho, su fe ciega en su padre la nubla el juico, ha colocado a su progenitor en un pedestal y se niega que alguien sospeche mínimamente de él. Y cuando alguien lo hace arremete sin consideración, sin asomo de duda y con cierta agresividad. Es un contrapunto muy interesante respecto a su marido. Oliver no puede dejar de dudar, algo en su interior le dice que Ballinger es culpable mientras que su mujer reniega con fervor tal acusación.

Con respecto a la trama de intriga no vamos a encontrar en esta novela una historia muy marcada, como ya hemos dicho antes, estamos ante un libro que supone una conclusión de algo que comenzó hace varias novelas. Así que no habrá grandes investigaciones, ni nada parecido. Lo que priman son los sentimientos, la manera de actuar ante situaciones injustas, la escala de valores que tienen cada uno y los límites que se pueden romper para defender las creencias. En este aspecto es un libro increíble que ahonda con una gran genialidad en el alma de los personajes.

Destacadísima es la ambientación cuidada con detalle. El Londres victoriano está retratado con precisión, no el de las altas clases, no asistimos a bailes, paseos por el parque o visitas a las mejores tiendas. Caminamos por calles oscuras, aquellas que bordean un río que cuenta con orillas fangosas y más secretos de los que uno se podía imaginar. Tenemos al fallecido, un ser inmundo y que quizás merecía su destino, a ´Orrie Jones, un maltrecho hombre con ojos que miran en dirección distinta; la Tosh Wilkin un maleante con oscuros negocios; Hattie una joven prostituta un tanto inocente. Y mezclándose con ellos aquellas personas pudientes que puede obtener cualquier placer legal o ilegal, moral o inmoral conocido por el ser humano.

No es un tema fácil, la indefensión de los niños de cuatro a seis años obligados ser objetos sexuales es un aspecto muy duro. Hace que te pongas de parte de Monk y de sus amigos en su lucha por eliminarlo. El hecho de que decidan hacerlo siguiendo la ley, no tomándose la justicia por su mano y comprendiendo perfectamente donde están los límites hace que se dignifiquen todavía más.

Está menos tratado la ilegalidad de la homosexualidad, se menciona por encima, y no resulta muy relevante salvo para mostrar otra vez más la hipocresía de la sociedad.

En este punto mencionar lo curioso que resulta todo el proceso de investigación y de enjuiciamiento del siglo XIX. Es una época sin grandes adelantos tecnológicos, no hay huellas dactilares, no hay estudios de fibras, ni ADN ni nada parecido. Son investigaciones basadas en preguntar, en intentar unir los puntos de una imagen sin forma. Son realmente fascinantes por su simplicidad y por la sagacidad que tenían los investigadores para descubrir la verdad o la mentira preguntando a los implicados en el caso.

Una pérdida razonable es más que la conclusión de este proceso de investigación que empezó unas cuantas novelas antes. Es la caracterización perfecta de unos personajes que desean salir del un infierno, que buscan  justicia sin perder su alma por el camino.

Fuente: El blog de Welzen