BiblioRedes Panguipulli Presenta el libro destacado de la semana: "Todo oscuro, sin estrellas" de Stephen KING.
Publicado el Mayo 31, 2016 - 09:40
Me encanta Stephen King. Lo adoro. Admiro su capacidad para contar historias, desnudar sentimientos a través de las palabras, despertar la curiosidad del lector, provocar auténticos accesos de pánico ante ciertas escenas, y sobre todo, por ser un autor polifacético, incansable y siempre dispuesto a superarse. Quizá su faceta como escritor de relatos todavía la tengo un poco inexplorada, siendo Después del anochecer mi primera y hasta el momento única experiencia con Stephen King en el campo de las historias cortas. Si bien los catorce relatos que en dicha colección se dan cita me produjeron impresiones muy diversas, todos ellos poseían el irresistible encanto con el que el escritor norteamericano transforma las situaciones más abominables y abyectas en puro entretenimiento del que merece la pena consumir en grandes dosis. En Todo oscuro, sin estrellas, Stephen King nos deleita nuevamente con su malévolo arte y demuestra, otra vez más, que está en plena forma en esto de escribir historias después de casi 40 años vendiendo libros como si fueran churros. En esta ocasión no son catorce, sino cuatro los relatos que vais a poder encontrar en Todo oscuro, sin estrellas, cuatro historias escalofriantes que aparentemente no guardan relación alguna entre sí debido a sus enormes diferencias contextuales, pero que como el propio autor reconoce en sus notas finales, no son más que distintas caras de un mismo y retorcido prisma.
Supongo que unas pocas ratas debieron de salir a forrajear, pero no me cabía duda de que había enclaustrado a la gran mayoría en la oscuridad. Y en la oscuridad morirían. Si no de asfixia, de inanición cuando su innombrable despensa estuviera agotada.
Eso pensaba entonces.
En este libro, Stephen King juega con diferentes personajes, escenarios y técnicas narrativas para explorar desde numerosos puntos de vista cómo una persona normal y corriente sería capaz de atravesar una experiencia extraordinariamente traumática. El primero de estos relatos, 1922, comienza en forma de confesión. Wilfred Leland James es un granjero de Nebraska que se enzarza con su mujer Arlette en una disputa por los terrenos que lleva cultivando tantos años. Arlette busca desesperadamente vender las propiedades de su marido, abandonar hasta el ultimo resquicio de vida campestre y mudarse con su familia a la ciudad, planes que difieren por completo de los de Leland. Ante la posibilidad de perder todo cuanto constituye su forma de vida, Leland emborracha una noche a su esposa, la asesina con la ayuda de su hijo Henry y después arroja el cadáver al fondo de un pozo cercano, intentando enmascarar el crimen como un súbito e inexplicable abandono. Sin embargo, el incontenible aumento de la culpa, el estrés, los remordimientos, el ostracismo al que se ven abocados tanto él como su hijo y las constantes sospechas de la policía, provocará más temprano que tarde el derrumbe psicológico tanto de Leland como de Henry.
Camionero grande narra el testimonio de Tess, una escritora de novelas de misterio que tras sufrir un pinchazo en la carretera de camino a casa, un hombre que se ofrece a ayudarla la viola y la deja abandonada, dándola por muerta. Pero claro, Tess ha sobrevivido y lo único que persigue ahora es saciar su sed de venganza. Lo cierto es que de todos los relatos que componen esta colección, Camionero grande es el que menos me ha gustado, no sé si por la extrema crudeza y salvajismo desproporcionado de algunos pasajes (lo dice alguien que ha leído 13 novelas de Stephen King) o porque la posterior caza de brujas perpetrada por Tess me ha parecido un tanto irracional e injustificada, por no decir que demasiado extensa. Aunque claro, si la idea que pretendía trasmitir el escritor es que el deseo de venganza se te puede escapar de las manos y que además resulta un medio muy peligroso para alcanzar cualquier fin, digamos que ha logrado con creces sus objetivos.
-La vida es justa. Todos recibimos el mismo batido de nueve meses en el bombo, y después los dados echan a rodar. Algunas personas sacan una racha de sietes. Por desgracia, otras personas sacan los ojos de serpiente. Así es como funciona el mundo.
Luego tenemos Una extensión justa, una historia muy peculiar, aunque igualmente fascinante y con un valor nostálgico añadido para los que se hayan atrevido a leer It [Eso]. El más corto de los cuatro relatos que se incluyen en Todo oscuro, sin estrellas nos pone en la piel de Harry Streeter, un enfermo de cáncer entre la vida y la muerte que un buen día se topa con el señor Alobid (anagrama no muy difícil de descifrar), quien le propone un curioso pacto: prolongar su vida durante la nada despreciable cifra de 15 años, a cambio de provocar la desgracia más absoluta a uno de sus conocidos. ¿Y dónde está el truco? Pues sencillamente, no hay. En un alarde de originalidad y haciendo un interesante repaso a los acontecimientos más sórdidos de la última década, Stephen King explora los límites a los que el ser humano es capaz de llegar en su mezquindad innata con tal de beneficiarse a sí mismo, sin tener en cuenta el efecto que producen nuestras decisiones en los demás. Y por último, Un buen matrimonio es junto a 1922 el más exquisito regalo que nos hace King en esta magnífica recopilación, el horror que ha de enfrentar la inocente Darcy cuando descubre que durante muchísimos años su marido Bob ha estado ocultándole una verdad aterradora y mortal. "¿Hasta que punto conocemos a nuestros seres queridos?", parece estar clamando constantemente este último capítulo de Todo oscuro, sin estrellas. ¿Y hasta qué punto nos conocemos a nosotros mismos? Con su indiscutible calidad para elaborar historias terroríficas y el absoluto dominio del ritmo, el suspense, los golpes de efecto y las escenas que te dejan con la boca abierta, Todo oscuro, sin estrellas se convierte en una de las lecturas más satisfactorias y recomendables en lo que va de año. Una oportunidad perfecta para descubrir esa inquietante oscuridad que todos llevamos dentro.
Fuente: generacionreader.blogspot.cl