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Bienvenidos a un nuevo día de octubre. Para ustedes grandes lectores, hoy te recomendamos... 

Los hombres que no amaban a las mujeres” cuenta la historia del periodista Mikael Blomkvist, uno de los referentes de la revista Millennium, especializada en destapar oscuras tramas financieras y de poder. Una historia de mentiras encubiertas, reflexiones morales y gran violencia en todos los sentidos, sobre todo la de aquellos que creen que las mujeres son las culpables de la mayoría de sus traumas, y con la que tratan de dar rienda suelta a sus instintos inconfesables.

La novela, una vez que de forma rápida y trepidante nos presenta a sus personajes principales, se centra en un misterio que lleva más de 30 años sin resolver, al que Stieg Larsson con gran maestría suministra las dosis justas para mantenernos en vilo constante. A lo largo de una historia llena de intrigas y vidas paralelas, apenas nos ofrece algún pequeño respiro para recuperar de vez en cuando el aliento. No se parece en nada a los clásicos best sellers que acuden a recursos fáciles para centrarnos en la acción, sino que el ritmo frenético se alcanza desde las primeras páginas de un modo natural.

Mikael Blomkvist, periodista de investigación, es un personaje que enseguida nos cae bien por una serie de injusticias a las que se ve sometido. A causa de un reportaje sobre un tema espinoso, en el que su fuente de información le proporciona información falsa, no suficientemente contrastada, sufre en sus propias carnes una gran pérdida de credibilidad. Condenado por difamación, con gran perseverancia y una ética indestructible, decide mantener sus posiciones aunque para ello tenga que pasar por circunstancias críticas.

Alrededor de Mikael Blomkvist se mueve el otro personaje central de la novela, Lisbeth Salander, una mujer joven, bastante extravagante, rechazada por la sociedad, de difícil carácter, de reacciones incomprensibles y compleja personalidad, y muy poco apta para las relaciones sociales, pero dotada de una gran inteligencia, en especial para todo lo relacionado con la informática, que entra a formar parte de su vida de forma casual y que será quien le ayude a intentar resolver este misterio. Tal es su resentimiento con la sociedad que no tiene la más mínima confianza en la ley ni en las autoridades y aplica sus propios métodos para impartir justicia. Su máxima consistía en: “Nadie es inocente. Sólo existen diversos grados de responsabilidad”.

Lisbeth Salander, con su carga emocional a cuestas, le sirve a Stieg Larrson para descargar con furia una crítica feroz contra una sociedad sueca, aparentemente tolerante, que no trata por igual a las personas que no encajan en sus “normas”. Esta crítica social subyace a lo largo de toda la novela y en el fondo es su punto de referencia, incluso por encima de la intriga y el misterio con los que conforma un conjunto apasionante. Un ataque contra la violencia que sufren las mujeres, la doble moral, los abusos de poder en cualquier circunstancia, y contra todo aquellos que impiden que estas injusticias puedan salir a la luz, son los ingredientes principales de “Los hombres que no amaban a las mujeres”.

Stieg Larsson fue un buen periodista y también reportero de guerra. Participó en la fundación del proyecto Stop the Racism y tenía una gran experiencia en el tema de la extrema derecha antidemocrática en Suecia, a la que investigó sus actividades durante años. Más tarde fue director de la revista Expo, aunque su faceta principal siempre fue la de luchar contra todo tipo de violencia, en especial los grupos nazis de su país y sus conexiones con el poder. Hasta el punto que su compañera en la vida real dijo, una vez fallecido, que siempre temió que su muerte se produjese por un ataque de estos grupos radicales y no por un ataque al corazón. En su primera, y única entrevista, se pueden contrastar sus pensamientos y opiniones de aquellos momentos, su trabajo en la revista y las razones que le llevaron a escribir la trilogía