“A BUEN ENTENDEDOR POCAS PALABRAS”

Durante los siglos coloniales se difundieron por América muchas expresiones de la cultura popular española. Una de ellas fue el refranero, el que llegó a tener una amplia difusión en todo el continente. Los proverbios, máximas y refranes han sido desde entonces una de las maneras en que la cultura popular chilena ha condensado un conjunto bastante heterogéneo de valores y actitudes ante el mundo.

El refrán constituye un testimonio de sabiduría empírica, generalmente relacionada con la vida cotidiana y confirmada por la tradición oral. En este sentido, más allá de dictar normas de conducta en un mundo, los refranes condensan un saber del mundo empírico al que deben enfrentarse los hombres. Valores como la prudencia, la paciencia y el predominio de los actos sobre las palabras están presentes en ellos, así como también la astucia en las relaciones sociales, la desconfianza y el aprovechamiento de las circunstancias. Es un saber que proporciona un sentido de ubicación en el espacio social antes que un conjunto coherente de valores morales, lo que hace que puedan ser utilizados en distintos contextos y lo que, en definitiva, les otorga una permanencia indefinida en el tiempo.

El refranero chileno, así como el de gran parte de Hispanoamérica, hunde sus raíces en la tradicion española, la que a su vez se remonta a máximas y sentencias latinas de antiguo origen. En Chile los primeros estudios sobre el refranero popular fueron los de Agustín Cannobio (1901) y Ramón Laval (1928), autores que recopilaron cientos de máximas, proverbios y sentencias populares e hicieron un análisis comparativo con otros textos recogidos en el resto de América y España.

 

Junto con el romancero, las Adivinanzas, el canto del poeta y los cuentos y leyendas, el refranero es parte de una tradición que sigue viva en los medios rurales del país y que se renueva permanentemente.