La importancia de los niños en palabras de Gabriela Mistral
Publicado el Abril 7, 2016 - 15:28Gabriela Mistral , en una conferencia realizada en la ciudad de Santiago el año 1954, con motivo del 18 de septiembre, entregó un claro mensaje de la importancia que tienen los niños en nuestra sociedad, el deber que tenemos como adultos de protegerlos y cuidarlos, y también, de la conexión que existe entre los niños y la naturaleza, algo que se ha ido perdiendo con los avances de la tecnología y el mercado del entretenimiento.
A continuación dejamos el extracto:
Esta noche quisiera hacerle de otro necesitado, cuya causa es igualmente justa y noble, el es el niño, él es ese bultito pequeñito que llega a nosotros como el bien mayor y aunque parezca la cosa más invalida y menuda, especie de broma o de juguete, él debe volverse para nosotros desde esa misma nada, el dueño y señor de este siglo. Él aparece como una nonada, pero él va a ser el todo, nada menos que el todo, él es un mundo que habla con solo aparecer y el pide y cobra a su parte como el mayor pedigueño adulto. Todos sabemos que esa nonada puede llamarse a poco andar del tiempo un sabio, un artista, y el enviado o harbado de esferas que no conocemos, en el bultito vulgar y hasta chillón, en sus pequeños gritos, en todo eso, puede ser que al libre aquello que el pueblo llama un enviado, eso fueron nuestros libertadores. En él, dios nuestro nos da y nos cobra, en él nos concede y reclama, en todas las lenguas del mundo se ha llamado al niño el agraciado, es decir, un dueño de la gracia a lo divino y a lo humano.
Ustedes estarán pensando con toda razón, que yo no les estoy dando cosa parecida a unas palabras extendidas y que me estoy hurtando al tema, si y no, porque si este es el día de nuestros destinos, es el día a la vez del pasado y del futuro. Hay que confesar que en nuestro ayer el niño ha sido poco, hasta su nombre le hemos usado a la mala, de un hombre adulto que es ingenuo o si es alegre decimos que es un niño, sólo algún sabio ha dicho de él que es cosa de maravillar, qué milagro es cuando él recibe en sus sentidos todo lo que posee nuestro planeta, poco a poco, con que lentitud, son sus primeros meses aquellos en que unos ojos pequeñitos muestran una loca avidez de verlo todo y de entenderlo todo, y que ansiedad trae el tacto de sus manos para coger lo que lo rodea, con que avidez el palpa, mira y escucha.
Hasta los tres años él es un codicioso de todo, él es la más ávida de las criaturas, mira, oye y palpa con una especie de fiebre. Vendrá mucho más tarde el volverse pesado, distraído e indiferente para la fiesta que es la naturaleza entorno a su dios, el color de la tierra, el milagro de la floración, la vanidad de las formas y de los colores. Todo eso ese encantamiento, su curiosidad y su deseo casi rabioso de entender y de usar, nada menos que de un mundo. En todo niño indiferente, desabrido y tardío, sólo hay un pobrecillo sin la presencia de la naturaleza, al cual no hicieron ver ni jugar con flores, animales y colores. Eso sí que es un pobre entre los pobres. Yo tuve por gracia de dios una niñez de aldea y campo, y me duele cada vez que me encuentro unos chiquitos sin las quemaduras de nuestro sol en la cara. Cualquier niño que se cría en la sombra con muchos regalos, pero sin naturaleza es un niño maltratado. El niño es el golpe que te llega como gracia a un hogar, a una familia
En la biblioteca contamos con la extensa obra de Gabriela Mistral y una variada cantidad de estudios posteriores a sus escritos. Ven a la Biblioteca.