Miguel Ángel Poblete, el vidente de Villa Alemana

El vidente de Villa Alemana, es la excusa, el decorado de fondo, el stencil pintado en las calles, es el ruido que se sigue escuchando después de años; después del vía crucis de Miguel Ángel, vidente, princesa rusa, mujer obesa, fallecida entre excesos alcohólicos y alucinaciones religiosas.

Bisama construye su novela de provincia, su Winesburg, Ohio o su Alhué; repaso de su historia personal con Villa Alemana, camino que recorre desde su infancia, en la que en una navidad todos los padres regalan bicicletas, pasando por la adolescencia, los primeros consumos de drogas, alcohol y marihuana (entre otras), hasta la aparición de los hijos y el olvido del desorden de la adolescencia, de la violencia y de la sangre. La novela está dividida en capítulos, algunos autobiográficos, algunos sobre la historia del vidente o de la provincia; los autobiográficos tienen que ver con el ruido o la música (Pogo, Sobre el ruido) los otros sobre la mitología propia de la zona (Invasores del espacio, El color púrpura). Música  y mitología de Villa Alemana como ruido de fondo, como mecanismo que utiliza la memoria para contarnos una historia de provincia, innominada en la novela para que pueda ser cualquiera en que ocurran apariciones de la Virgen en un cerro, en el que se hacen procesiones para verla previo aviso de su vidente/secretario, con un astrónomo que predice terremotos, que sea la tierra natal de un ídolo del fútbol nacional, con ovnis estudiados por el padre de las gemelas más famosas de la televisión y una serie de bandas de ska, punk, hardcore, death-metal, grind-core que aparecen y desaparecen, quedando sólo una, la de la planta psicodélica, transformada en figura de la cumbia nacional.

El ruido como memoria. “El ruido:… Era el aire que exhalábamos cuando tratábamos de ordenar los hechos de nuestra historia”. De ese orden trata esta novela, de organizar el ruido y el paisaje de la biografía, con una vidente como excusa, para contar la historia de La luz de la provincia chilena, título del primer capítulo, para contar sobre “las leyendas urbanas de la infancia”, para crear la mitología y el folclore de la zona. Novela que se puede entender como precuela de Estrella Muertas (Alfaguara, 2010), en la cuales la ruidosa e incómoda política de la época se escucha, se sabe, pero no se habla.

 

Ruido es quizá la novela más arriesgada de Bisama hasta el momento, donde se sigue alejando de lo que él o su generación llaman el Freak Power, para hacernos una entrega llena de guiños a ellos, pero sin ciencia ficción, sino contándonos los elementos paranormales que en su provincia son el paisaje y el ruido de ambiente de los 80’s y 90’s.