Menciones honrosas cuentos participantes en el 6 concurso 2017

CUENTO GANADOR DE MENCIÓN HONROSA CONCURSO "PALABRAS A LOS ANDES
Como no Amarte.
La vida nos pone dificultades que enfrentar, pero debo seguir a pesar de lo difícil y el esfuerzo que hay que hacer.
5 de la Mañana, me levanto, me ducho, quizás un café no estaría nada de mal, para esta hora de la mañana, aún hay tiempo, como siempre el hervidor quedó en la mesa desde las onces de ayer, restos de pan por acá, una botella de bebida vacía por allá y la margarina destapada, cuando aprenderán por la cresta!! nunca queda ordenada la mesa para el otro día.
Sabiendo que hoy se viene un día muy difícil. Habrá que encarar la pega y nada más.
Mejor llamar el Radio Taxi ahora, siempre demoran más de lo que dicen y al final llego siempre atrasado
Me perfumo y me despido de mi Amor… le digo que la amo más que a nada en el mundo….que sin ella nada sería lo mismo y le agradezco por lo que hace por mí y los chiquillos, y me despido con un besito en su mejilla, me voy, la dejo… llegó el auto y partimos, llego a acostarme junto a la otra, no me conoce ni yo la conozco, pero dormimos juntos, soñamos juntos, sin rozarnos y sin tocarnos, quizás teniendo los mismo sueños… dormimos juntos… ella trabaja en Santiago…. Yo también… viajamos en el mismo bus…
Autor: Frater Spartacus

 

CUENTO GANADOR DE MENCIÓN HONROSA CONCURSO "PALABRAS A LOS ANDES"
Un Gran Amor
Teníamos planes, un futuro juntos.
Hablamos de matrimonio, muchos hijos. 
Una casa, un perro y un auto. Lo que considero una familia debe tener.
Recorrimos de la mano tantas veces Independencia con dirección a la biblioteca, nos detuvimos cientos de veces a mirar los peces de la tienda al llegar a Yerbas Buenas riendo, sin decidir cual de ellos sería para ti.
Tantos pequeños momentos de dulce complicidad.
Todo iba tan bien. Y apareció él.
Tal vez yo no le entregaba todo lo que ella necesitaba. Tal vez lo que yo le ofrecía no era lo que realmente buscaba. Conocí como nunca el amargor de la desilusión.
Él era mi amigo, uno de los mejores. De hecho, sigue siendo mi compañero. Aprendimos a separar las cosas. El corazón a veces toma decisiones que la cabeza tarda en comprender.
No olvido su mirada inquieta al decir que lo nuestro ya no seguía, que quería estar con él y era recíproco.
Mi cabeza entre mis manos sin saber donde mirar o que pensar, los segundos más largos que he esperado, perdido entre mis dedos deseando nunca más oír más su voz y extrañándola desde ese preciso instante.
Escucho a lo lejos una campana y me recupero lentamente, trato de regresar.
Al parecer mi mamá tenía razón.
Con sólo cinco años me queda toda una vida por delante, en el próximo recreo le diré que me devuelva todos los juguetes que le presté y voy a pensar seriamente, si voy a su cumpleaños el sábado…
Constanza Muñoz Bolívar

 

CUENTO GANADOR DE MENCIÓN HONROSA CONCURSO "PALABRAS A LOS ANDES"
El Sueño

Era una tarde de Otoño, esas tardes en que el cielo y la tierra se juntan con una bruma que invita a dormir una buena siesta y soñar buenos sueños. Recuerdo que llegamos a Los Andes y teníamos que entregar unas paltas, veníamos de La Cruz y no conocíamos el pueblo, era 1972 y las calles polvorientas de los barrios nos recibían, recorrimos varios lugares y llegamos a nuestro último destino, era un almacén en la calle Brasil con Bolivia en el denominado barrio Centenario. Éramos tres, Don Pedro nuestro patrón, el Luchito el pioneta del camión y yo, me llamo Juan y era cargador. Tan pronto como descargamos nos sentamos un rato fuera del negocio y recuerdo que nos hacía reír un niño que jugaba insistentemente con una pelota vieja golpeando repetidas veces una añosa muralla de adobe, la pared parecía inclinarse ante los inspirados remates que el niño daba una y otra vez. Lo llamé para interrumpir su glorioso ritual, el cual parecía un afán determinado por una fuerza y persistencia divina. Le pregunté cómo se llamaba y me respondió - igual que mi padre, pero prefiero que me digan “chino”- por qué le pregunté, y respondió - los cabros de la cancha me dicen “orejón” y no me gusta, prefiero que me digan “chino” y me hiciera conocido por ese apodo y no por otros sobrenombres que no me gustan- Luego le pregunté por qué hacía lo mismo repetidas veces sin perturbarse y contestó - tuve un sueño, pero para hacerlo realidad tenía que hacer lo que hacía, todos los días sin desistir- nuevamente le pregunté cual era el sueño, será acaso derrumbar murallas y no reímos -quizás dijo- riéndose junto a nosotros y agregó - soñé que un día sería jugador de fútbol, capitán de Chile y el Estadio Nacional lleno me aplaudiría- ¡Que buena! Le respondí y le pregunté que si creía que lo lograría y respondió sin dudar - no lo sé, pero mientras tanto sigo preparándome. Este niño apenas tenía cuatro años y no supimos más de él, de su vida, pero nos llamó la atención la convicción que tenía a tan corta edad. Nos fuimos y conversábamos al regreso a nuestra tierra y no reíamos, luego de un silencio cada uno de nosotros pensaba seguramente ¿y ese sueño se podrá cumplir? ¿Quién sabe? Pero ese niño estaba tan seguro. Bueno, es un niño, y el sueño de un niño es sagrado. Regresamos y la verdad nunca más volvimos a Los Andes.

Pasaron quince años, nos juntamos con Don Pedro, Luchito y yo, íbamos a ver un partido de fútbol por televisión muy importante, jugaba la Selección Chilena Juvenil el Campeonato del Mundo, estábamos entusiasmados y muy nerviosos, Chile debía ganar para pasar a instancias finales. El Estadio Nacional estaba lleno, ochenta mil personas, gritando y cantando, dieron los nombres de los jugadores, y Don Pedro saltó de repente y dijo - escucharon- el sapito Livinstonge nombre al capitán de Chile y dijo que era de Los Andes, se acuerdan del niño de Los Andes que soñó con esto, sí me acuerdo dijo el Luchito y yo dije - le pegaba a la muralla con la pelota - y nos reímos. Claro, tendría la edad ahora dijo don Pedro. Cómo le gustaba que le dijeran replicó el Luchito, y yo dije “chino” me acuerdo muy bien, que increíble sería que fuese el mismo niño que conocimos. Sería increíble, ¿quién sabrá?, dijo el Luchito. Yo creo que su gente, sus padres, vecinos, amigos lo saben. Nosotros, les dije, vamos a creer. Finalmente Chile ganó y todo el Estadio Nacional aplaudió a este niño de Los Andes que un día soñó con ser jugador de fútbol y Capitán de Chile.

Máximo Romanov