Roberto Falabella, El Mozart chileno

Al final de la Avenida La Playa, un poco más al sur de la virgen Stella Maris, se encuentra una de las casas que recuerdan el pasado rangoso de la comuna balneario. La vieja construcción, ya muy aporreada por el paso del tiempo, falta de mantención y remecida por varios terremotos desde su construcción a principios de los años 40 del siglo pasado, guarda uno más de nuestros pequeños tesoros materiales/inmateriales más relevantes: me refiero a la casa de Roberto Falabella Correa (1926-1958), compositor de 61 obras musicales de música docta en un breve período de 8 años (1950-1958).

Por la calidad, variedad y profundidad de su creación musical, ha sido catalogado por los musicólogos chilenos como el “Mozart chileno”.

Roberto Falabella, nace en Santiago. Nieto del comerciante napolitano Salvatore Falabella, fundador de la empresa que todos conocemos y a la cual en algún momento de nuestras vidas le hemos “debido una cuota”. Su padre (fallecido el año 1951), fue Roberto Falabella Finizzio el principal impulsor y protector de su hijo. Cómo es fácil comprender, el tema económico no fue el problema de su vida: su grave déficit fue su salud, nació con una severa limitante, la enfermedad de Little, que le significaba una parálisis muscular, precaria coordinación de movimientos y habla dificultosa.

Sus limitaciones físicas, lo obligaron a realizar estudios escolares privados. Su principal biógrafo, el musicólogo Luís Merino, nos cuenta que entre los maestros que lo formaron musicalmente, se encuentran verdaderas catedrales del arte musical chileno de la segunda mitad del siglo XX, como la maestra Lucila Césped (teoría y solfeo), Julia López (armonía), María Ester Grebe (notación) y el Premio Nacional de Arte (mención Música) Alfonso Letelier. Con orgullo debo citar, que años después, compartimos las inolvidables enseñanzas de la musicóloga Grebe.

La formación de Falabella fue profundamente humanista, no sólo destaca por su producción musical, también incursionó en el ensayo, poesía y drama.

En un artículo publicado en el pasquín “The Clinic”, el 18 de diciembre de 2008, su autor Juan Pablo Avalo nos entrega valiosos antecedentes aportados por su hija Florencia Falabella. En el artículo titulado “Roberto Falabella Correa (1926-1958) El Mozart chileno de la silla de ruedas”, nos entrega nuevos antecedentes sobre su vida. Su padre, construyó una mansión en Las Cruces para su uso exclusivo, la que sumada a la pensión en dinero que recibía, le permitió dedicarse a la música y a sus otros proyectos artísticos paralelos vinculados con la poesía, teatro y ensayos.

La Casa habría sido construida a fines de los años 30 o primeros años de los 40 del siglo pasado. Si atendemos a que Falabella fue un intelectual de su época, con una activa vida política partidista (fue militante del Partido Comunista de Chile), podemos suponer que a las animadas tertulias que disfrutaba a pesar de sus limitaciones físicas en su casa Crucina (en Santiago vivía en Ñuñoa) debieron asistir personalidades como Violeta Parra y Pablo Neruda (amigo personal que lo despidió a su muerte).

 

SU OBRA

Gustavo Becerra, uno de sus maestros, lo definió “como un humanista, pero ante todo fue un ser unido a la historia de sus especie, activo en todas sus manifestaciones”. Su obra musical abarca un catálogo de 61 obras, con 5 sinfonías y 56 obras de cámara. Entre estas últimas hay música vocal en la que utiliza poemas de Lope de Vega, Federico Gracia Lorca y León Felipe. Entre los escritores nacionales, aportan textos el propio Falabella y Pablo Neruda. Del Folklore chileno obtiene los textos para “Las siete adivinanzas” con que gana el primer premio en los Festivales de Música Chilena el año 1958.

Una de las características de su obra musical en la última etapa creativa, es la incorporación de elementos rítmicos y melódicos del folklore chileno. Aunque no fue el primero, pues le anteceden-entre otros Pedro Humberto Allende, Enrique Soro, Alfonso Leng (el del Grupo de Los Diez) y Carlos Isamitt (veraneante por más de 30 años en la Residencial Uribe), su propuesta creativa trajo aire fresco a la tímbrica y melodías- en particular de la Fiesta de La Tirana.

Fuente: https://lascruces-ross.blogspot.com/