NICANOR PARRA

Nicanor Parra Sandoval nace el 5 de septiembre del año 1914 en San Fabián de Alico, zona precordillerana de Chillán (Octava región del Biobío, Chile). Crece en el seno de una familia de artistas populares: su padre, don Nicanor Parra, profesor de primaria y músico; y su madre, doña Rosa Clara Sandoval Navarrete, tejedora y modista de origen campesino, que también tenía aficiones artísticas y solía cantar canciones folclóricas.

En 1932, Nicanor Parra huye de su casa y llega a Santiago, donde cursa el último año de educación secundaria en el Internado Nacional Diego Barros Arana, gracias a una beca de la Liga de Estudiantes Pobres. Al año siguiente, el poeta ingresa al Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile a estudiar Matemática y Física y también de manera simultánea se matricula en Ingeniería, Leyes e inglés, estudios que pronto abandona. Ayuda a financiar sus estudios, desempeñándose como inspector del Internado Barros Arana. Allí en 1935 publica su primer anticuento, «Gato en el camino», en la Revista Nueva, publicación que funda junto a Jorge Millas y Carlos Pedraza. El relato circula entre los inspectores, profesores y alumnos del Internado.

La personalidad inquisitiva y curiosa de Nicanor Parra lo llevó a explorar todo el horizonte literario y cultural que lo rodeaba, descubriendo diferentes estilos, lenguajes y formas de arte contemporáneo. Este proceso traspasó toda su producción poética y lo llevó a profundizar su propia estética. En su primer libro publicado, Cancionero sin nombre (1935), incorporó la figura métrica del romance, el desarrollo narrativo de los poemas y el hablante poético como personaje de los versos. Según la crítica especializada, el modelo de este poemario fue el Romancero gitano de Federico García Lorca, aunque ya existen elementos que prefiguran la antipoesía. La sintonía con el romance provino del conocimiento de la cultura tradicional campesina que lo rodeó desde niño.

El nuevo sistema poético, el de los antipoemas, lo asume Parra a partir de los últimos años de la década del cuarenta, años que coinciden con su estadía en Estados Unidos e Inglaterra. La experiencia de vida cotidiana moderna en aquellos espacios urbanos de dos sociedades desarrolladas y la lectura atenta y meditada de Eliot, Pound, Kafka, las películas cortas de Chaplin y los documentos del surrealismo, le ayudan a adquirir conciencia del oficio de poeta, a disciplinarse en el trato directo, desprovisto de retórica del lenguaje, lo cual hace surgir su propia visión del verso. Dicha visión es la que irrumpe en Poemas y antipoemas y se prolonga en el resto de sus obras.

Esta extensa trayectoria posicionó a Nicanor Parra como uno de los protagonistas de las letras chilenas desde la segunda mitad del siglo XX. La influencia de su propuesta estética sobre la cultura nacional le valió obtener el Premio Nacional de Literatura en el año 1969. A los reconocimientos y homenajes que ha obtenido en Chile, Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda (2012), se han sumado importantes distinciones internacionales, entre las cuales destacan el Premio Juan Rulfo en 1991, el Reina Sofía en 2001 y, en 2011, el Premio Cervantes, máximo galardón de la literatura en lengua hispana.

El 5 de septiembre de 2014 Parra cumplió cien años, por lo cual se organizaron una serie de actividades conmemorando su vida y obra, como exposiciones con sus «artefactos» y un «parrafraseo» masivo de uno de sus poemas, «El hombre imaginario». Parra se mantuvo alejado de los homenajes, y solo recibió la visita de la presidenta Michelle Bachelet en su casa en el balneario Las Cruces. Entre los pocos invitados que recibía en Las Cruces durante sus últimos años se encontraban escritores más jóvenes como Alejandro Zambra, su editor Matías Rivas o quien fuera su alumna en el Departamento de Estudios Humanísticos de la Universidad de Chile, la escritora Diamela Eltit.

 

Autor Christopher Moller Vásquez.